La micosis fungoide se considera un linfoma indolente originado de los linfocitos cooperador circulantes maduro de memoria (CD3+, CD4+, CD8–, CD45RO +, CD5+, CD43+, CD45+, CD20–, CD30–) que presentan epidermotropismo sobre todo en la capa basal. La micosis fungoide es el tipo más frecuente de linfoma cutáneo primario. La mayoría de los pacientes suele presentar lesiones correspondientes a las formas iniciales del proceso (T1, T2) y sólo un porcentaje reducido de pacientes fallecen de la enfermedad. El desarrollo de lesiones nodulares y tumorales en la micosis fungoide y los linfomas T no micosis fungoide, sin embargo, suponen un mal pronóstico (excepto en el caso de los procesos linfoproliferativos CD30+). La evaluación adecuada de un paciente con un linfoma cutáneo requiere la valoración detallada de la información clínica y los aspectos histológicos, inmunofenotípicos y moleculares. Resulta obligada la exclusión de un proceso linfoide sistémico mediante la realización de las oportunas exploraciones complementarias oportunas, incluyendo examen de médula ósea en algunas circunstancias, como en el caso de los linfomas CD30+ o en los linfomas de células NK. Existe un amplio espectro de opciones terapéuticas, cuando existen lesiones solitarias o localizadas se recomienda un tratamiento mediante radioterapia o cirugía. Sin embargo, las formas cutáneas extensas o con diseminación extracutánea deben tratarse con mono/poliquimioterapia asociada en ocasiones a radioterapia y fototerapia, según la agresividad del tumor.